domingo, 7 de mayo de 2017

Relatoría 11

La clase del pasado 2 de mayo empieza como cualquier otra sesión pero con una pequeña diferencia. Resulta que a principio del curso de Ensayos de Opinión nadie se arriesgaba para que se leyera su relatoría en clase, ya sea por miedo a equivocarse en la redacción y ortografía o simplemente por la inseguridad. A mediados del curso ya unos pocos se lanzaban pero ahora que ya estamos acabando el semestre se nota que ya nos sentimos más seguros con lo que escribimos puesto que la participación en la lectura de estas relatorías ha aumentado notablemente, así que espero que el profesor Juan Sebastián se esté sintiendo orgulloso de su labor, no solo por el aumento de la participación, sino también porque cada vez más las relatorías están dejando de ser literales y se están convirtiendo en una composición con elementos de intertextualidad.


Recordando un poco a qué se refiere lo anterior, en la primera sesión Juan Sebastián nos explicó que la escritura consta de cuatro niveles. El primer nivel es el literal y se evidencia mucho en nuestros primeros escritos ya que nos limitábamos a relatar cómo había sido la clase, valga la redundancia, literalmente. El segundo nivel es el inferencial cuyo principal objetivo es que junto con elementos literales, se empezaba a escribir deduciendo cosas o especulando a partir de lo visto en clase. El tercer nivel, el cual es en donde la mayoría nos encontramos, es el intertextual que es cuando se empieza a asociar o conectar cada tema con nuestra realidad y finalmente, el último nivel es el analítico crítico propositivo el cual se alcanza cuando nos volvemos personas autónomas, es decir, personas que aprendan a aprender y que hagan las cosas por decisión propia y no porque otra persona nos lo ordene.


Para ilustrarnos mejor en qué consistía el último nivel, el profesor nos dice que él se sentiría totalmente realizado si alguno de sus estudiantes siguiera escribiendo a pesar de que el curso ya llegue a su fin. Nos da el ejemplo con una compañera, cuando dice que debería seguir posteando en su blog, obviamente teniendo claro un objetivo. Lo anterior es de suma importancia ya que cuando terminemos nuestra carrera profesional y llegue la hora de empezar a conseguir un empleo, las empresas van a buscar toda la información posible mediante internet y aspectos como tener un blog de un tema de interés puede ser la diferencia entre que te contraten o te rechacen.


Escribir para mí es una especie de terapia, ¿por qué? se estarán preguntando, y es que cuando escribo me desconecto un poco de la realidad, dejo mi celular a un lado, el cual es mi principal distractor en todas las actividades que realizo, lo pongo en silencio y lo alejo de mí para evitar tentaciones. Segundo, me pongo cómoda, casi siempre me siento en mi cama, me meto debajo de las cobijas y me preparo alguna bebida ya sea caliente o fría. Tercero, elimino cualquier ruido que me desconcentre, como el televisor, la música y prefiero cerrar la puerta ya que como no vivo sola, siempre hay alguna posibilidad de ruido. Es una terapia para mí porque libero mi estrés, me siento tranquila, en paz y libre de escribir lo que pienso, y en este caso de las relatorías, lo que he aprendido y la manera en que lo relaciono con la realidad.


Siendo honesta no sé si vaya a continuar posteando en mi blog pero sí estoy segura de que este hábito de escribir hace parte de mí y es que siempre lo ha sido. Desde que sé escribir hasta los 13 o 14 años aproximadamente, mis papás me inculcaron el hábito de escribir un diario personal y efectivamente eso fue lo que hice cada noche, o bueno, al menos dos o tres veces por semana. En el momento yo no sabía los beneficios de esta actividad pero ahora sé que si no hubiera escrito con esa frecuencia desde pequeña, mi redacción sería pésima, bueno no es que sea la mejor, sin embargo, me ayudó a no tener miedo a la hora de hacerlo puesto que tú de pequeña no sabes qué debes o no debes escribir, solo lo haces y ya, sin miedo a que te vayan a juzgar.

Así mismo siempre he sido una persona que prefiere escribir que hablar en el momento de expresar lo que siente o piensa. Me acuerdo que cuando peleaba con mis padres o mi hermana mi forma de pedir disculpas no era hablándoles en persona, sino que les escribía una carta y se las dejaba en su cuarto. Es por eso, debido a lo anterior, que reafirmo que escribir hace parte de mí desde que tengo memoria y que lo va a seguir siendo por mucho tiempo o tal vez nunca deje de serlo.

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