domingo, 14 de mayo de 2017

La última

Durante este semestre tuve la oportunidad de inscribir la materia de Ensayos de Opinión a cargo del docente Juan Sebastián Cobos. Honestamente, y como lo dije en mi primera entrada en este blog, tenía muchas expectativas debido a que ya había visto una clase con el mismo docente. Ahora bien, cuatro meses luego de la primera sesión estoy muy contenta y satisfecha debido a que esas expectativas se han cumplido.

En primer lugar, me enriquecí de conocimientos demasiado útiles para mi vida, aprendí diversos temas que estoy segura no se me van a olvidar, gracias al ejercicio de las relatorías mejoré mi redacción, mi ortografía y me di cuenta de que había cometido ciertos errores durante toda mi vida que no creí estaban erróneos, pero sin duda alguna, el fruto más importante de la clase de Ensayos fue que nació el hábito de la escritura.

Si no estoy equivocada, Juan Sebastián fue el único docente que durante el semestre nos pidió en cada sesión el desarrollo de las relatorías, no les miento que al principio me asustó la idea de que para cada clase debía realizar un escrito de 1200 palabras. Me acuerdo que me preguntaba ¿es realmente posible?, también me acuerdo que en las primeras composiciones me estresaba el hecho de que apenas iba 800 y ya no me fluía nada más, esto debido a que mi texto era ciento por ciento literal.

No obstante, gracias a la constancia y dedicación, poco a poco fui mejorando y me sorprendo al darme cuenta el avance que logré en tan poco tiempo. No cabe duda que la metodología propuesta por Juan Sebastián fue la herramienta clave que me ayudó, no sólo a mí, sino también estoy segura que todos los estudiantes mejoramos notablemente nuestra escritura y avanzamos del estilo literal hasta un nivel intertextual, e incluso algunos hasta un nivel analítico crítico propositivo.

Pero el estilo y la forma no lo es todo, así como aprendimos herramientas útiles a la hora de escribir, también crecimos como personas. El simple hecho de la calidad de las relatorías dejaban mucho de qué hablar, esto debido a que me pude dar cuenta que la mayoría de nosotros elaboramos muy buenos trabajos y no cualquier composición para salir del paso; esto queridos lectores se llama dedicación y autonomía. Así mismo, con el tiempo fuimos perdiendo el miedo y la inseguridad y cada vez más los estudiantes querían ser leídos.

Como lo mencioné en mi anterior blog no sé si vaya a continuar posteando pero sí sé que no dejaré de escribir. A pesar de que ya no volveré a ver materias afines a temas de escritura o textos, esta asignatura me enseñó a ser autónoma, así que mis nuevos maestros van a ser los libros. Así como de pequeña llevaba un diario, también estaba acostumbrada a leer con bastante frecuencia y la verdad no sé cómo pude dejar de hacerlo. Me acuerdo que en el colegio me leía todos los libros propuestos en la guía del plan lector pero así mismo yo buscaba libros de mi interés y algunos me enganchaban, tanto que podía leerme uno tranquilamente en un día entero. Ahora que me pongo a pensar, una posible causa de dejar la lectura a un lado fue al entrar a la universidad debido al incremento de la carga académica y debido también a que el tiempo que tenía libre lo dedicaba a lecturas pero de la clase y no de mi propio interés. Hoy 14 de mayo, me comprometo mediante esta última relatoría a recuperar el maravilloso hábito de la lectura porque al igual que la escritura es un medio de escape y de conexión con uno mismo.

Leer te transporta a un mundo nuevo, cuando lees aprendes, te vuelves una persona más culta, aumentas tu vocabulario y te relajas, olvidas todos tus problemas por un momento. Bájale a la rumba, no más Netflix, bueno al menos por un fin de semana, y más bien coge un libro. Ubícate en tu lugar favorito de la casa, prepara la bebida que más te guste y sumérgete en un mundo nuevo. Como todo en la vida, esto también es un proceso; no es que ya de la noche a la mañana nos vayamos a acostumbrar a leer 2 libros al mes, pero sí poco a poco si nos dedicamos a leer un libro por mes, el gusto y el hábito se va a ir fortaleciendo.

Es un poco triste darse cuenta que con el pasar de los tiempos las llamadas bibliotecas en los hogares han desaparecido. Estoy casi segura que todos recordamos las casas de nuestros abuelos con una biblioteca absurdamente grande, ahora las casas que cuentan con una biblioteca son escasas. Esto, aunque no lo creamos se ve reflejado en la actualidad. Es muy diferente hablar con nuestros abuelos que hablar con un joven de 25 años. Los primeros, poseen un amplio vocabulario, saben más de cultura que cualquiera de nosotros, saben autores, citan poetas y en general son más cultos y se podría decir que más inteligentes. En cambio, un joven de 25 años a duras penas sabe cultura de su país, su vocabulario no es que sea tan pulcro y sabrá de la existencia de tan solo García Márquez. Aunque sea duro aceptarlo, la realidad es que cada vez más hay menos gente que lee, ni siquiera para investigar y esto hace que aumente la gente ignorante, que el vocabulario disminuya su calidad, que las palabras que degradan el idioma se extiendan como una plaga y hasta lleguen a la boca de personas realmente influyentes como comunicadores o políticos.

Debido a lo anterior, espero que tú, la persona que esté leyendo esta entrada se concientice de este problema y no se quede de brazos cruzados. Empieza por ti, ve a una librería y escoge el libro que más te llame la atención, dedícale tiempo; luego, continúa con tus seres queridos, regálales libros e incentívalos a que hagan lo mismo, te irás dando cuenta que no será en vano y estarás ayudando a que esta sociedad progrese cada vez más.

Por último, le agradezco a Juan Sebastián por dedicarnos tiempo, por transmitirnos sus conocimientos, por ser un excelente docente, por desear siempre nuestros progreso y por ser un muy buen guía. Muchas gracias.

domingo, 7 de mayo de 2017

Relatoría 11

La clase del pasado 2 de mayo empieza como cualquier otra sesión pero con una pequeña diferencia. Resulta que a principio del curso de Ensayos de Opinión nadie se arriesgaba para que se leyera su relatoría en clase, ya sea por miedo a equivocarse en la redacción y ortografía o simplemente por la inseguridad. A mediados del curso ya unos pocos se lanzaban pero ahora que ya estamos acabando el semestre se nota que ya nos sentimos más seguros con lo que escribimos puesto que la participación en la lectura de estas relatorías ha aumentado notablemente, así que espero que el profesor Juan Sebastián se esté sintiendo orgulloso de su labor, no solo por el aumento de la participación, sino también porque cada vez más las relatorías están dejando de ser literales y se están convirtiendo en una composición con elementos de intertextualidad.


Recordando un poco a qué se refiere lo anterior, en la primera sesión Juan Sebastián nos explicó que la escritura consta de cuatro niveles. El primer nivel es el literal y se evidencia mucho en nuestros primeros escritos ya que nos limitábamos a relatar cómo había sido la clase, valga la redundancia, literalmente. El segundo nivel es el inferencial cuyo principal objetivo es que junto con elementos literales, se empezaba a escribir deduciendo cosas o especulando a partir de lo visto en clase. El tercer nivel, el cual es en donde la mayoría nos encontramos, es el intertextual que es cuando se empieza a asociar o conectar cada tema con nuestra realidad y finalmente, el último nivel es el analítico crítico propositivo el cual se alcanza cuando nos volvemos personas autónomas, es decir, personas que aprendan a aprender y que hagan las cosas por decisión propia y no porque otra persona nos lo ordene.


Para ilustrarnos mejor en qué consistía el último nivel, el profesor nos dice que él se sentiría totalmente realizado si alguno de sus estudiantes siguiera escribiendo a pesar de que el curso ya llegue a su fin. Nos da el ejemplo con una compañera, cuando dice que debería seguir posteando en su blog, obviamente teniendo claro un objetivo. Lo anterior es de suma importancia ya que cuando terminemos nuestra carrera profesional y llegue la hora de empezar a conseguir un empleo, las empresas van a buscar toda la información posible mediante internet y aspectos como tener un blog de un tema de interés puede ser la diferencia entre que te contraten o te rechacen.


Escribir para mí es una especie de terapia, ¿por qué? se estarán preguntando, y es que cuando escribo me desconecto un poco de la realidad, dejo mi celular a un lado, el cual es mi principal distractor en todas las actividades que realizo, lo pongo en silencio y lo alejo de mí para evitar tentaciones. Segundo, me pongo cómoda, casi siempre me siento en mi cama, me meto debajo de las cobijas y me preparo alguna bebida ya sea caliente o fría. Tercero, elimino cualquier ruido que me desconcentre, como el televisor, la música y prefiero cerrar la puerta ya que como no vivo sola, siempre hay alguna posibilidad de ruido. Es una terapia para mí porque libero mi estrés, me siento tranquila, en paz y libre de escribir lo que pienso, y en este caso de las relatorías, lo que he aprendido y la manera en que lo relaciono con la realidad.


Siendo honesta no sé si vaya a continuar posteando en mi blog pero sí estoy segura de que este hábito de escribir hace parte de mí y es que siempre lo ha sido. Desde que sé escribir hasta los 13 o 14 años aproximadamente, mis papás me inculcaron el hábito de escribir un diario personal y efectivamente eso fue lo que hice cada noche, o bueno, al menos dos o tres veces por semana. En el momento yo no sabía los beneficios de esta actividad pero ahora sé que si no hubiera escrito con esa frecuencia desde pequeña, mi redacción sería pésima, bueno no es que sea la mejor, sin embargo, me ayudó a no tener miedo a la hora de hacerlo puesto que tú de pequeña no sabes qué debes o no debes escribir, solo lo haces y ya, sin miedo a que te vayan a juzgar.

Así mismo siempre he sido una persona que prefiere escribir que hablar en el momento de expresar lo que siente o piensa. Me acuerdo que cuando peleaba con mis padres o mi hermana mi forma de pedir disculpas no era hablándoles en persona, sino que les escribía una carta y se las dejaba en su cuarto. Es por eso, debido a lo anterior, que reafirmo que escribir hace parte de mí desde que tengo memoria y que lo va a seguir siendo por mucho tiempo o tal vez nunca deje de serlo.